La crisis de la deuda latinoamericana




LA CRISIS DE LA DEUDA LATINOAMERICANA 


La crisis de los años 70 en Latinoamérica se manifestó tanto en los precios de los hidrocarburos como en la disponibilidad y el costo del financiamiento externo. La formación bruta de capital fijo como proporción del PIB experimentó un considerable aumento, y por lo general el consumo se mantuvo. Desde otra perspectiva el gasto se disparó a un ritmo superior al producto, sobresaliendo más en los países exportadores de hidrocarburo, pues su ingreso disponible notó un aumento debido al incremento del precio de exportación. Por otro lado, los países no exportadores de hidrocarburos también mantuvieron su ritmo de gasto. En el sector de gasto público y privado se manifestó en déficits en cuenta corriente cada vez más considerables y presiones inflacionarias, estas últimas más significativas en Argentina, más moderadas, pero también elevadas en Brasil y Uruguay y descendentes, aunque desde niveles altos, Chile. 


Precedentes y la crisis
A partir de 1975 el déficit externo empieza a experimentar un cambio creciente, puesto que el gasto excede cada vez más al producto como consecuencia del entorno financiero global, dado que a partir de aquel año se acrecentó la disponibilidad de recursos externos, en forma de crédito bancario. 
En los años precedentes, dichos recursos externos habían sido limitados y, por consiguiente, tanto el crecimiento económico como los déficits externos se vieron afectados por la baja disponibilidad de financiamiento. 


Las causas de este salto importante fueron varios: 
  • La tendencia a largo plazo de la reconstrucción del mercado internacional de capitales, como consecuencia de los conflictos bélicos globales. 
  • El desarrollo de los nuevos mercados internacionales, el eurodólar, a partir del "reciclaje" hacia los países en desarrollo de la oferta de petrodólares, que ascendió debido al incremento del precio de los hidrocarburos que se experimentó a partir de 1973 
  • La búsqueda de nuevos destinos por parte de los bancos internacionales, debido a la baja demanda de estos en sus países de origen. 
A estas causas se suma el comportamiento de los productos energéticos, que en el periodo 1973-1974 y luego en 1978-1979 experimentan alzas significativas, que coinciden con el deterioro del balance externo. 
La creciente alza del deficit externo, se tradujo en una multiplicación de la deuda externa, con la banca internacional, en especial con Estados Unidos. La región triplicó su nivel de endeudamiento entre 1975 y 1980, y en el caso de algunos países se superó con creces dicho volumen. No hubo precedentes de este acontecimiento puesto que el acceso a recursos externos era bajo hasta 1975. Este evento no concierne únicamente al comportamiento del sector público, puesto, que la deuda externa privada de toda la región representó el 40% del total. El caso más extremo se dio en Chile, la liberalización de la cuenta de capitales y del sistema financiero en un entorno con fallos de regulación y supervisión dio lugar a la expansión crediticia basada en el financiamiento externo, lo que provocó un exceso de gasto privado que luego, al deteriorarse el entorno externo y repercutir en la economía interna en 1982, allanó el camino para la crisis financiera y de pago más grave de su historia. Se dieron casos semejantes sobre todo en países liberalizados, como Argentina. 
Otro aspecto de este evento es el creciente aumento de la vulnerabilidad externa debido a las nuevas características de la deuda. 
La expansión del endeudamiento crece a un ritmo alarmante, en términos porcentuales se refleja en el alza de la deuda externa como proporción del ingreso nacional bruto de un 22,6 % en 1975 a un 35,3%, en 1981. En poco tiempo la situación afectaría a todos los países de la región y procederían a la suspensión de pagos, este hecho afectaría a la solvencia de importantes bancos internacionales, en especial de los Estados Unidos. 
Las condiciones de vulnerabilidad externa creciente y el alza progresiva desde 1978 de las tasas de interés internacional, que se intensificó en octubre de 1979 a raíz de las medidas de política de control monetario y del crédito adoptadas por la Reserva Federal de los Estados Unidos para hacer frente a la inflación, fue lo que profundizó el alza de la carga de servicio de la deuda que llegó a representar un 47% de las exportaciones en 1982. Este cambio en la regla de juego agravó la situación de la cobertura de la deuda. 
En este contexto las dudas sobre la capacidad de pago de la región se agudizaron, pues se revirtió el flujo de recursos financieros hacia America Latina que finalmente debilitó su situación por lo que se imposibilitó las responsabilidades de pago y como resultado se desató una grave crisis. En agosto de 1982 se daría paso la denominada “década perdida”, México declara el retraso de su deuda externa, pero ya en julio de 1981 Costa Rica había declarado la moratoria de la suya. Algunos países arrastraban las dificultades que se manifestaban en pagos atrasados, y al mismo tiempo se registraban salidas masivas de recursos financieros. 
La magnitud y el avance con la que se implantó la crisis en Latinoamérica desde el punto de vista de José Antonio Ocampo apunta a la insuficiente respuesta internacional como el principal factor de las graves consecuencias económicas y sociales. Un de los puntos claves sería el tratamiento que se dio a ciertos aspectos financieros de la crisis, como tratarlo de problema de liquidez antes de solvencia y la conducción coordinada de los acreedores bancarios, con el objetivo de evitar o retrasar el reconocimiento de las perdidas con el fin de evitar su quiebra, ya que ello amenazaba el sistema bancario de los Estados Unidos. 
Desde otro ángulo Bárbara Stalling pone en énfasis las negociaciones que se realizaron para enfrentar la crisis y sus resultados desde la perspectiva de la economía política e identifica cuatro grupos: los bancos acreedores, los gobiernos de esos bancos, los organismos de financiamiento multilateral y finalmente los países deudores. En las negociaciones iniciales los tres primeros actuaron coordinadamente con el objetivo de prevenir la quiebra de bancos sobreexpuestos a la deuda latinoamericana. 



El Plan Brady


Desde el enfoque latinoamericano, la carga de la deuda se mantuvo elevada y las medidas de consolidación económica que se aplicaron causaron serias perdidas de producto, empleo y nivel de vida. La grave situación en la que se vieron los actores frente a la crisis y la reacción de Estados Unidos y Japón los cuales adoptaron una nueva orientación que consistía en la acumulación de provisiones suficientes por parte de los bancos creedores y la creciente conflictividad en los países deudores llevo a una deficiencia social y económica, en respuesta a ello se produjo un cambio de estrategia que se traduciría en el “Plan Brady”. Esta nueva dirección consistía en la titularización de la deuda latinoamericana, que fue transformada en bonos transables en el mercado. Esta nueva visión del financiamiento externo ha tenido repercusión hasta nuestros días pues contribuyó a la creación de una nueva clase de activos financieros, que más tarde, en la década de 2000 daría pie a la emisión de bonos globales, muchos de ellos a tasas fija y de largo plazo. Algunos países de la región emitieron en el mercado deuda pública en moneda local, superando así el denominado “pecado original”. Así, varios países desarrollaron mercados financieros internos a partir de instrumentos de deuda emitidos en el mercado local, que constituyen importantes alternativas al endeudamiento externo. 
La crisis que eclosionó definitivamente en los años ochenta supuso un escarmiento para América Latina que se traduce en nuestros días en un fortalecimiento de sus alternativas de financiación. 


BIBLIOGRAFIA 






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