Las economías de Europa del este

                                                                                                 Autor: Jeshua Natanael Ortigas Arellano

                                           LAS ECONOMÍAS DE EUROPA DEL ESTE.
  


La crisis económica de los años setenta trajo consigo múltiples circunstancias que permitieron aprender de algunas cosas y equivocarse en otras. Podríamos hablar del uso en un tiempo relativamente reducido de dos formas de sistemas que a priori diríamos que lo que les caracteriza es su antagonismo. También se podría ver como dos formas de solventar una crisis y, en este caso, la crisis del petróleo acaparo –por así decirlo- la atención mundial permitiendo que pudiésemos observar con la perspectiva que otorga la historia cómo resolvieron estos sistemas los diferentes resbalones que este líquido –el petróleo- le estaba produciendo a la economía mundial. Como fuente de energía imprescindible para la industrialización y otras tantas cosas importantísimas de la sociedad de aquel entonces, y de la nuestra, aprendimos que hay que convivir o gestionar ciertos temas con una mayor amplitud de miras.

Tras algunos experimentos al filo de la navaja, resolvimos que la cooperación habría de ser el punto en común en el que se sujeten todos los países. Al menos eso fue lo que se pretendía. La planificación después de la II Guerra Mundial era vital, Europa necesitaba recuperarse y las diferentes medidas (acuerdos de Bretton Woods, Plan Marshall,etc.) estaban encaminadas a la cooperación; la asimetría entre Estados Unidos y el resto de las economía industriales cerraba la posible capacidad de recuperarse ya que a Europa le falta capital lo que hacía que su capacidad de compra fuese muy escasa; razones humanitarias como la pobreza y el hambre generalizadas y el aumento de la influencia de los partidos comunistas en Occidente. Los resultados no se hicieron esperar paliando la escasez de recursos, lo que tenía como causa el aumento de la producción industrial y por lo tanto de empleo, beneficiando a empresas, aumentando la estabilidad política y su cooperación e integración. El Estado del Bienestar y la base teórica del keynesianismo son los dos grandes pilares que se levantaron como templo político para la sociedad de aquel entonces.

La llamada “Época Dorada del capitalismo” transcurre bajo el predominio de E.E.U.U. La prosperidad económica se basó en tipos de cambios fijos y libertad de comercio internacional. La influencia de la casa blanca en la capacidad de innovación tecnológica, la importancia de su comercio a nivel mundial, las inversiones de capitales en el exterior y su aceptación del dólar como medio internacional de pago guió al resto de países. Japón termina convergiendo en aspectos económicos con E.E.U.U. Francia experimenta una aceleración e Italia un crecimiento basados en la fuerte intervención estatal. También podemos observar el caso de Alemania y su adopción de la “economía social de mercado” (organización liberal de la economía más la finalidad parcialmente social de la distribución, lo que otorgaba participación de los trabajadores en consejos de administración y beneficios) o el conocido milagro japonés. No podemos pasar por alto que esta época coincide con la descolonización, donde se encontraron con el rechazo de políticas de libre mercado y libre comercio. Algunas de esas economías se volvieron socialistas. Sin embargo, la mayoría prefirió seguir en el capitalismo con la condición de que la industrialización estuviese liderada por el Estado (industrialización por sustituciones de importaciones). Esto otorgo el crecimiento de la renta per cápita al 3%, las que podríamos llamar economía de milagro como Core de Sur, Taiwan, Singapur y Hong Kong crecían al 7 y 8%. Durante aquella revolución industrial la tasa de crecimiento de la Europa occidental fue del 1%.

Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Bulgaria, Rumanía y la U.R.S.S. crearon la Comisión de Ayuda Económica Mutua (COMECON). La carrera espacial con el satélite de la U.R.S.S prácticamente obligaba a rechazar el Plan Marshall, y algo habrían de hacer teniendo que pagar las reparaciones de guerra y gastos de ocupación militar. Se estableció que cada país tendría un comercio bilateral con la U.R.S.S., donde no se tendrían en cuenta ventajas comparativas. En la década de los sesenta el crecimiento era mantenido por las exportaciones desde la U.R.S.S. petróleo y hierro a precios subvencionados más préstamos de Europa Occidental. Entre estos países se imponen economías de planificación centralizada, donde el Estado establece objetivos y plazos además de suprimir mecanismos de economía de mercado. La narrativa de la historia nos dirá que estas economías fracasarán. Puede que una de las causas fuese que estas economías fuesen más intensivas en el trabajo que en el capital (escaso y obsoleto), teniendo como objetivos la autarquía y la especialización en los mismos productos (industrias pesadas, bienes de consumo, alimentos, etc.). Como resultados se observa un crecimiento de Europa Oriental del 4,7% anual, algo menor que de la parte occidental.


Probablemente el fracaso de las economías del este o las llamadas economías comunistas -por su planificación centralizada- fuese su propia medicina. Fracasó su planificación, la inventiva humana quedo al margen lo que hacía que faltaran estímulos para aumentar la eficacia de la producción, diversidad y calidad de productos. Además de establecer objetivos cuantitativos, algo que hacía que las empresas produjesen artículos simples –fáciles de fabricar- y un solo modelo. Esta centralización impregno hasta la investigación, obteniendo como resultado que los centros no estuvieran en contacto con las empresas provocando que no hubiera aplicación práctica. Los estímulos económicos para la eficacia y esfuerzo del trabajador estaban basados en medallas (establecimientos de records en sectores de producción), trabajos forzados y coacción ante el desencanto. Con Kruschev se introdujo la retribución a destajo pero cuando aumentó la producción la planificación reducía los precios para valorar el trabajo. A esto se le podría achacar la falta de responsabilidad de los políticos que además de estar preocupados solo porque sus superiores estuviesen contentos con sus actuaciones, ocultaban decisiones a los líderes sin previo estudio técnico y control posterior.

Ya en 1971 se pone fin al sistema de patrón oro. El excesivo gasto de EEUU en sus inversiones en el exterior y la guerra de Vietnam hicieron que sus reservas de oro se redujeran considerablemente, con lo que el valor de la moneda dejó de estar respalda por este metal. Por ello, en medio de fuertes especulaciones y de fugas de capitales de EEUU, el presidente Nixon decidió suspender la convertibilidad con el oro y devaluó la moneda algo que hizo sin consultar al resto de miembros del Sistema Monetario Internacional. Dos años después volvió a devaluar la moneda, con lo que acabó finalmente con el patrón oro. Así comenzó la época de los cambios flotantes en función de la evolución de los mercados de capital con el petróleo como gran protagonista. En 1973 el corte de suministro de los países de la OPEP en la conocida como primera crisis del petróleo durante la guerra árabe-israelí del Yom Kippur, provocó un incremento del precio del crudo de 2,50 a 11,50 dólares en 1974. Esto aumentó la factura energética de Occidente y provocó una fuerte crisis en los países más industrializados. A partir de esta crisis de precios, los países occidentales inician políticas de diversificación y ahorro energéticos. Años más tarde, en 1979 la Revolución iraní con el derrocamiento del Sha y la instauración de la República islámica en Irán provocaron la segunda crisis del petróleo. En este segundo tropiezo –si se puede llamar así- las economías occidentales estaban más preparadas, ya que había reducido de forma importante sus consumos de crudo, además de que la caída en la oferta provocó un largo período de precios extraordinariamente altos. La crisis afectó sobre todo a los países en vías de desarrollo que, junto al aumento de precio que tenían que pagar por el crudo y a la inflación, tuvieron que hacer frente a un ciclo de crisis financiera por su elevada deuda externa.


Esta crisis, como hemos visto, trajo situaciones muy adversas que se intentaron resolver desde puntos diferentes. Las consecuencias para uno de los puntos fue el colapso de estas economías –comunistas- y, como resultado, la desaparición de la U.R.S.S. A partir de aquí empezó a soplar el viento hacia las teorías económicas basados en mercados eficientes liberalizando los. El desarrollo de nuevas tecnologías y comunicación permitieron dar el profundo cambio a la economía mundial que más le favorecería deslocalizando las fábricas a países emergentes. Este cambio estructural del comercio puso fin a la gran especialización productiva entre centro (industria) y periferias (materias primas), algo en lo que no estaban para nada de acuerdo las economías del este pero, la inevitable tormenta que provoco el petróleo y sus consecuencias, no les dejaba muchas alternativas, aunque si se siguió permitiendo un margen bastante amplio.

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